lunes, 19 de diciembre de 2011

Capítulo 15

-Que no me pasa nada.
-Si. Te pasa algo. Lo dicen hasta tus ojos.
-Que no me pasa nada de verdad.
-Difícil de roer ¿eh?. Vale.
El territorio sobre el cual la ciudad ha surgido y sobre el cual se ha desarrollado tiene una historia geológicamente compleja: el substrato reciente está constituido por material piroclástico producido hace 600 o 300 mil años atrás por los volcanes, hoy en día inactivos, ubicados en el área sudeste de la ciudad, el Volcán Laziale que se encuentra en las actua.... ZzZzZzZzZzZzZzZ
-Isabella ¿sabes este ejercicio? Es que no me sale. Dice ¿Cuál es la intensidad de la corriente que pasa por un dispositivo si lo atraviesan 1000C en 25 s?
-ZzZzZzZ
-¿Isabella?. Ups está dormida. 
Estaba medio dormida, pero no tengo las fuerzas de levantarme y estudiar los volcanes de Roma. Sólo quiero dormir. Pero no dormir cinco minutos y ya está. Quiero entrar en un sueño profunzo como un pozo que nunca se acaba y bajes y bajes y bajes y por más que bajes no se acaba, pues lo mismo. Ahora mismo oigo de abrir la puerta del armario y luego, después de unos segundos, se cierra. Oigo pasos que se dirigen hacia mí. Es él. Me está poniendo recta en la cama y me está quitando los zapatos. Con la manta que ha cogido del armario, me arropa. Él se tumba a mi lado, y con la otra media manta que me sobra se arropa. Siento un cosquilleo en mi tripa. Y siento que el corazón se me acelera y también siento algo suave recorriendo mi tripa. Es su brazo. Se va acurrucando en mi espalda hasta llegar a mi hombro. Siento como hormigas recorriendo mi oreja. Y es que su dulce voz me esta atravesando por mi tímpano con un Te Quiero.
-Deja que el silencio te susurre otra vez.-dije y me di la vuelta. 
Estamos tumbados, abrazados y mirada con mirada. Iba a decir algo, pero le puse mi dedo en la boca, acompañado de un shhhh... Él me agarró con más fuerza de la cintura. Y ahora ni me dio tiempo a contar los centímetros que estaba junto a su boca. Ahora solo estoy contando las estrellas del cielo, porque estoy en el cielo con ese beso que me está dando ahora mismo. Nos agarramos fuerte y no nos podemos soltar. Es como si quisiéramos que este beso dure para siempre. Abro los ojos y el los tiene cerrados y eso me hace ver que está disfrutando del momento. Él también los abre y nos seguimos besando, al mismo tiempo que nos miramos. Pasan unos minutos, y me deja de besar.
-Tus ojos me han transmitido tanto... Me quieres. 
-Em... No lo sé. Pero siento una cierta atracción por ti. Es como si me llamaras por dentro y tus labios me dijesen que te bese, con nuestro calor, con nuestra fuerza, con nuestra pasión.
Me siento en la cama y me pongo de espaldas hacia él. Se me pone casi todo el pelo en toda la cara. No soporto eso de mi pelo. Hay días en que adoro a mi pelo, pero otros... le tengo asco. Él se levanta, da la media vuelta a la cama y viene hacia mí. Yo sigo sentada y el se pone de rodillas ante mí y me aparta el pelo suavemente. Veo de que cierra los ojos y enefecto. Me iba a dar un beso. Sus besos son la cosa más  bonita que me han regalado en la vida. Sí. Él me acaba de dar hace unos minutos, mi primer beso y encima de esos largos que te dejan sin respiración. Y este ya es el segundo. Se pone en pie, me tumba y se pone encima de mí a la vez de este segundo beso. 
Este segundo beso es más apasionado que el primero. No pasa nada Isabella te han encantado. Y ahora sigue el consejo que te dio tu abuela. Cállate cerebro. Uy es verdad. Lo tengo que seguir. Déjate llevar... y no pienses. Sobre todo déjate llevar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Capítulo 14

A un centímetro de su boca... 
-Lo siento señoritos. ¿Han terminado de cenar?-dijo Arthur.
Vaya momento de interrumpir... Nunca tendré otra oportunidad como esta de besarle. O puedo que la tenga, pero ya será distinta. Y ya me he ilusionado y lo más seguro que estaré esperando ese beso con ansia. ¡NO! No puedo ilusionarme todavía. Tengo que ponerme una máscara para protegerme. Todavía me está mirando, y yo ya no se que decir. Estoy paralizada. Y sin embargo hay sigue Arthur esperando una respuesta. No se porque, pero me he cabreado un poco. 
-Yo por lo menos sí.-Cojo los cubiertos y los pongo encima del plato, junto con el vaso. 
-¿A dónde vas con los cubiertos?-Me dice Darío.
-Pues a llevarlos a la cocina. ¿A donde crees?
-Déjalo. De eso se ocupa Arthur.
-No. Mis padres siempre me enseñaron que debía ser siempre educada. Y recoger el plato y mis cubiertos y ahorrarle el trabajo a otra persona, es lo mínimo que puedo hacer.
-Eso que ha dicho la señorita, es cierto señorito Smith.-dijo Arthur.
-Impresionante.-Empieza ha aplaudir, se levanta de la silla y viene derecho hacia mí, que estoy parada como una pasmarota en la entrada de la cocina. Me coge del brazo y andamos hacia la cocina. Meto los platos en el fregadero y cojo el estropajo y el fairy y empiezo a fregar mis cubiertos.
-Pero... ¡Isabella! ¿Para qué están los mayordomos?
-No sé. Yo nunca he tenido de eso, ni joyas, ni animales, ni lujurias, ni esta casa. Ni siquiera he tenido, ni tengo la habitación que me habéis preparado vosotros. ¿Terciopelo? ¿Lino? Las cortinas de mi casa, son normales y corrientes. ¿Platos nuevos? No los había probado hasta ahora. Mi padre siempre hace los domingos gachas y los lunes pues lo que se pueda. No somos pobres. Pero tampoco ricos como vosotros.
Se quedó muy asombrado con lo que dije, tanto, que se arrodilló ante mí y me dijo:
-Por fin. Por fin he encontrado a la mujer perfecta para mí.
Me quise hacer la desentendida y le dije:
-Am ¿sí? ¿Quién es la afortunada?
-Una mujer especial para mí. Una mujer por la que siento algo desde hace dos días. Si muy poco tiempo. Pero yo creo en el amor a primera vista y ¿tú? 
-Yo también.-dije. Se acerca y me coge de la cintura y me apoya contra el frigorífico.
-Es que me ha enamorado por completo. Su pelo, su mirada, su belleza, y por supuesto lo que he descubierto de ella. No le importa el dinero que yo tenga. Ella es como es y punto. Pero me falta una parte que no conozco de ella...
-¿Cuál?
-Su corazón. Sus sentimientos hacia mí. Y lo quiero averiguar ahora mismo. Estaros quieta un segundo.
Ainss el beso por fin. Me muero por descubrir como saben esos labios. Se nota que es un chico bastante educado y que viene de una familia así. Mi corazón ya empieza a latir con fuerza, como si quisiera salir de mi pecho y entrar en el suyo. Estamos a la misma distancia que antes. 
-¡Haber! ¿Qué hacéis todavía aquí? A estudiar ahora mismo que para eso están los mayordomos.
¡¡ARGGGGGGGG!! Otra vez interrumpiendo. La quería haber contestado, pero por el bien de todos me callé y me subí corriendo a mi habitación. Cerré la puerta con una poca de rabia. Me tumbé en la cama con el libro de Historia.  Pufff menudo tema de los romanos y griegos y no sé qué... De tan solo pensarlo me aburro. De pronto tocan a la puerta de la habitación, de una forma suave. 
-¿Se puede?-dijo Darío.
-Si.
-Vengo a estudiar contigo. Me es más fácil aprenderme algo, con compañía.
-Vale. jeje
-¿Te pasa algo?
-No nada...
-Cuenta...







jueves, 1 de diciembre de 2011

Capítulo 13

Pasa y me tapo mi pecho con el corset. Él solo tiene que atármelo. Pasan dos minutos silenciosos, tan silenciosos como las nubes en un cielo azulado, bonito y alegre. 
-Ya está. 
-Gracias.
-Bueno te espero afuera.
-¡Espera! Em... ¿Cómo se pone el vestido? :$ Es que los vestidos estos tan lujosos no me los sé poner y no quiero romperlo...
-Te ayudaré.
Pasan tan solo unos segundos y ya ha terminado.
-Gracias por ayudarme.
-Estás preciosa Isabella. 
-Gracias. Bueno bajemos.
Bajamos al salón principal. Era maravilloso. Era una casa que siempre había deseado cuando era chiquitita. Quería ser princesa, aunque sólo fuese por unos minutos. Era un salón realmente magníficamente grande. Era de color lila claro con un rojo no demasiado fuerte. Las cortinas eran de lino, de un morado llamativo. En medio de toda la sala había una gran mesa de madera oscura, con un mantel rojo bordado. En medio de la mesa había un florero con unas rosas rojas y lirios de color lila con amarillo. Alrededor de la mesa, había unas sillas también de madera, con un cojín realmente blandísimo y cómodo de color rojo. Llegaron Shopie y Anthony y se sentaron. Yo me iba a sentar cuando de repente vino Darío, cogía mi silla y me dijo:
-Señorita, puede sentarse.
-Oh gracias Darío.
No pensaba que el fuera así. Es como un príncipe. El príncipe azul que siempre he deseado para mi cuento. Un cuento que todavía no ha empezado. Un cuento en el que todavía está en blanco y negro y solo existe soledad. Pero él, lo va pintando poco a poco de colores. Darío se sienta a mi lado. No sé que me pasa, pero desde que todos nos sentamos en la mesa a cenar, estamos nada mas, que cruzándonos miradas. Los padres empiezan a sacar conversación.
-Bueno Bella. ¿A qué curso vas?- dijo Anthony.
Retiré las manos de la mesa, ya que no me apetecía comer más, aunque la comida estaba riquísima. Pongo una mano en el asiento de la silla y respondo:
-A 4º de la E.S.O. señor.
-¡Anda! ¿Vos vais con mi hijo a la misma clase?-siguió preguntando.
De pronto, noto algo suave que me va recorriendo la mano, como un gusano de seda, incluso más suave. Cuando miro al asiento, era la mano de Darío. Me está cogiendo de la mano. Le miro a la cara y tiene una sonrisa de oreja a oreja y unos ojos tan brillantes como la luna en medio de la noche oscura y fría. 
-¡Bella! ¡Mi marido te ha hecho una pregunta!-dijo Shopie.
Pero yo en ese momento no escuchaba nada. Sólo escuchaba los gritos que me daba el Darío de su interior. Gritaba que le besara. Sus ojos... ¡Puedo leerlos! 
-Vámonos Shopie. Dejémoslos a solas. -Susurró. 
Estábamos los dos en el salón, mirándonos los dos a los ojos. Estaba nerviosa. Pero ya no. "Déjate llevar por el momento". Ese es un consejo que me dio mi abuela en su momento. Unas de sus últimas palabras que me dijo. Abuela te haré caso. Bella déjate llevar... déjate llevar... déjate llevar.... Increíble. Estoy relajada y además como si no tuviera fuerzas y me tuvieran que ayudar a recobrarlas. Darío sigue contento, con una sonrisa que me encanta, y que es mi perdición a la locura de robarle un beso. Se va acercando lentamente. Ya estamos a dos centímetros de nuestra boca. Casi rozando sus labios. Siento su respiración, cerca de la mía y como se juntan las dos. A un centímetro de su boca...