martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 16

Se aparta, después de besarme un rato y me dice:
-Vamos a dormir, que mañana tenemos exámenes y es muy tarde.
La verdad es que lo prefería. No estoy preparada para eso y menos cuando le conozco desde hace días. Me levanto, deshace la cama y me invita a meterme entre las sábanas. Me arropa y me da un beso en la frente.
-Que sueñes con los angelitos.-me dijo. ¿Se va? Quiero que se quede pero...
-¿Te vas?
-Sí. Esta es tu habitación y yo aquí no pinto nada. 
-Quédate.-¿Porqué acabo de decir eso? ¡No quería decirlo! Ni siquiera lo he pensado... Ha hablado mi corazón. 
-¿Quieres que me quede?- se ha quedado parado en la puerta durante un par de minutos, y luego ha venido hacia la cama y se ha metido. Me agarra de la cintura y cierra los ojos. Pasan segundos, minutos, horas,... y yo no puedo dormir. Miro el despertador y son las dos y media de la madrugada. Mañana tengo examen de Historia, en la cual no he estudiado nada, y me quedaré dormida en clase. De repente oigo que Darío dice en voz muy baja y risueña: "Isabella quédate aquí conmigo para siempre, y te enseñaré el cuarto de los secretos de la felicidad. Y tú, madre, no te entrometas entre nosotros." 
En unos segundos, hubo un completamente silencio que llegaba al alma, como notas sonoras. Sí, notas sonoras, pero de un piano. Estaban tocando una preciosa canción, que mis abuelos me solían cantar cuando era muy chiquitilla. Cada nota va sonando más fuerte. ¿De dónde procederán? ¿Quién tocará a estas horas de la noche? Salgo de la cama sigilosamente, y Darío seguía durmiendo. Abro el picaporte de la puerta, cautelosamente, y la cierro igualmente. La melodía viene de abajo. Tengo que bajar las escaleras, pero es que está todo completamente oscuro, y cada objeto de la casa hacen sombras muy raras, que hacen pensar que son criaturas malignas. 
-¡Mierda!-grité susurrando-Me he dejado el móvil en el cuarto.
Voy bajando las escaleras, y cada vez oigo más el sonido del piano. Llego al pasillo, pero... sólo hay dos habitaciones en este pasillo, y el sonido del piano proviene de aquí. Estas dos habitaciones, es el cuarto de estar, y el departamento de limpieza de Arthur. Doy un paso, y daba la casualidad que hice mucho ruido al pisar y de repente el piano dejó de sonar. Me empezó a dar miedo. ¿De dónde habría probenido el sonido? Al cabo de unos minutos, el piano empezó a tocar otra melodía, que también la escuché en mi infancia. Pero... esa canción la compusimos mi abuela y yo na da más. Es imposible que la estén tocando alguien. Sólo sabíamos la existencia de esa canción mi abuela Eladia y yo. Y es imposible que la esté tocando ella, porque ella murió hace unos dos años. Una pérdida que no superé hasta los 6 meses. ¿Quién la estará tocando? Rayada, me apoyo sobre una estantería, que en él había un florero y una linterna.
-¡Una linterna! Mi solución.
Enciendo la linterna, y alumbro todo el pasillo. La melodía sigue sonando. 
-Quién sea, quién la toque, la toca genial e igual que mi abuela.
Sigo despacio hacia delante, intentando no hacer ruido, pero en ese momento juraría, que se podía oír hasta mi respiración. Se me iba a salir el corazón por la boca. De pronto veo una alfombra larga, roja y de terciopelo. 
-Que raro-pensé. 
El sonido del piano le tenía encima de mí, y sonaba muy cerca de mí, pero allí ya no había habitaciones.