miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 17

-Puede que haya una habitación oculta por algún sitio.-pensé.
Lo que si me resultaba raro era aquella alfombra. ¿Por qué los demás pasillos, no tenían alfombra? Los demás pasillos tenían más importancia, al tener más habitaciones, y no tenían tanta lujuria, ni tanto adornado. ¿Por qué este sí? Tan solo tiene dos habitaciones. Además Darío no me había enseñado este pasillo. 
-Algo pasa aquí. Algo que no me gusta nada. Esta casa y esta familia, tienen un misterio, que estoy dispuesta a averiguar.-me dije a mí misma.
Por un momento sin pensar, cogí la alfombra roja y la fui enrollando. No sé porqué lo hice, pero encontré algo muy curioso. Una trampilla. Estuve dispuesta a abrirla, cuando hoy unos pasos por la escalera. Volví a poner la alfombra en su sitio rápidamente, e intenté salir de ese pasillo, lo antes posible. Salí de él y fui a la cocina, e hice como que habría el frigorífico. 
-¿Qué hacéis levantada a estas horas, niña bonita?-dijo Darío.
-Es que no podía dormir y tenía hambre. 
Creo que no ha colado. Mantiene una mirada fría y escalofriante en mis ojos. Mis ojos me delatan. 
-¿Estás segura? Juraría que tus ojos no dicen lo mismo. Has ido a averiguar de donde procedía esas melodías de piano.
-Emm... yo... esto...
-Tranquila. Yo también tengo la curiosidad sobre ese misterio. Hace unos años, me desperté sobre estas horas, y oí tocar el piano y bajé a averiguar. Me descubrió mi madre, y me pegó una bofetada y me hizo prometer que no volvería a ir a averiguar. Al día siguiente de que eso sucediera, les pregunté a mis padres y hacían como que no sabían nada. Desde aquel momento no volví a oír tocar, hasta este día. Esas melodías son preciosas. Siempre suenan esas dos. Una la conozco, pero la otra no la he escuchado nunca. La que conozco, la solía tocar mi hermana.
-La que conoces, me la solían cantar mis abuelos, cuando era pequeña. La otra canción nos la inventamos mi abuela y yo.
-¿Piensas que...?
-No. No puede ser ella ya que murió hace unos 2 años.
-Pero si os la inventasteis con ella... ¿Cómo puede ser?
-No lo sé. Juraría que solo sabemos la existencia de esa canción ella y yo. Un día ella, estaba sentada en el piano. Yo pasé y me siempre me quedaba embobada, viéndola tocar. Me agarró por la cintura y me sentó en sus piernas y empezamos a componer nuestra canción en notas. Antes de morir, quiso que metiera la partitura de esa melodía, en su ataúd. La única partitura que había.
-Lo siento mucho. Pero... ¿entonces quién la toca? ¿Quién toca el piano? ¿Hay un piano ahí abajo? Y si era la única partitura, y está bajo tierra ahora mismo... ¿Quién tiene esa partitura? ¿Cómo la ha conseguido? 
-Pues no lo sé, pero habrá que averiguarlo, porque la única que sabe tocar esa melodía, soy yo. 
-Pero si no tienes la partitura.
-Me la sé de memoria.
-Me la tienes que tocar algún día ¿no?-dijo con una sonrisa tan brillante como sus ojos.-Son las 3 y media y nos tenemos que levantar a las siete. Vamos a la cama a descansar, anda. Subimos y nos acostamos mirándonos el uno al otro. Me dio un beso tierno, en los labios y cerramos los dos los ojos.

martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 16

Se aparta, después de besarme un rato y me dice:
-Vamos a dormir, que mañana tenemos exámenes y es muy tarde.
La verdad es que lo prefería. No estoy preparada para eso y menos cuando le conozco desde hace días. Me levanto, deshace la cama y me invita a meterme entre las sábanas. Me arropa y me da un beso en la frente.
-Que sueñes con los angelitos.-me dijo. ¿Se va? Quiero que se quede pero...
-¿Te vas?
-Sí. Esta es tu habitación y yo aquí no pinto nada. 
-Quédate.-¿Porqué acabo de decir eso? ¡No quería decirlo! Ni siquiera lo he pensado... Ha hablado mi corazón. 
-¿Quieres que me quede?- se ha quedado parado en la puerta durante un par de minutos, y luego ha venido hacia la cama y se ha metido. Me agarra de la cintura y cierra los ojos. Pasan segundos, minutos, horas,... y yo no puedo dormir. Miro el despertador y son las dos y media de la madrugada. Mañana tengo examen de Historia, en la cual no he estudiado nada, y me quedaré dormida en clase. De repente oigo que Darío dice en voz muy baja y risueña: "Isabella quédate aquí conmigo para siempre, y te enseñaré el cuarto de los secretos de la felicidad. Y tú, madre, no te entrometas entre nosotros." 
En unos segundos, hubo un completamente silencio que llegaba al alma, como notas sonoras. Sí, notas sonoras, pero de un piano. Estaban tocando una preciosa canción, que mis abuelos me solían cantar cuando era muy chiquitilla. Cada nota va sonando más fuerte. ¿De dónde procederán? ¿Quién tocará a estas horas de la noche? Salgo de la cama sigilosamente, y Darío seguía durmiendo. Abro el picaporte de la puerta, cautelosamente, y la cierro igualmente. La melodía viene de abajo. Tengo que bajar las escaleras, pero es que está todo completamente oscuro, y cada objeto de la casa hacen sombras muy raras, que hacen pensar que son criaturas malignas. 
-¡Mierda!-grité susurrando-Me he dejado el móvil en el cuarto.
Voy bajando las escaleras, y cada vez oigo más el sonido del piano. Llego al pasillo, pero... sólo hay dos habitaciones en este pasillo, y el sonido del piano proviene de aquí. Estas dos habitaciones, es el cuarto de estar, y el departamento de limpieza de Arthur. Doy un paso, y daba la casualidad que hice mucho ruido al pisar y de repente el piano dejó de sonar. Me empezó a dar miedo. ¿De dónde habría probenido el sonido? Al cabo de unos minutos, el piano empezó a tocar otra melodía, que también la escuché en mi infancia. Pero... esa canción la compusimos mi abuela y yo na da más. Es imposible que la estén tocando alguien. Sólo sabíamos la existencia de esa canción mi abuela Eladia y yo. Y es imposible que la esté tocando ella, porque ella murió hace unos dos años. Una pérdida que no superé hasta los 6 meses. ¿Quién la estará tocando? Rayada, me apoyo sobre una estantería, que en él había un florero y una linterna.
-¡Una linterna! Mi solución.
Enciendo la linterna, y alumbro todo el pasillo. La melodía sigue sonando. 
-Quién sea, quién la toque, la toca genial e igual que mi abuela.
Sigo despacio hacia delante, intentando no hacer ruido, pero en ese momento juraría, que se podía oír hasta mi respiración. Se me iba a salir el corazón por la boca. De pronto veo una alfombra larga, roja y de terciopelo. 
-Que raro-pensé. 
El sonido del piano le tenía encima de mí, y sonaba muy cerca de mí, pero allí ya no había habitaciones. 

lunes, 19 de diciembre de 2011

Capítulo 15

-Que no me pasa nada.
-Si. Te pasa algo. Lo dicen hasta tus ojos.
-Que no me pasa nada de verdad.
-Difícil de roer ¿eh?. Vale.
El territorio sobre el cual la ciudad ha surgido y sobre el cual se ha desarrollado tiene una historia geológicamente compleja: el substrato reciente está constituido por material piroclástico producido hace 600 o 300 mil años atrás por los volcanes, hoy en día inactivos, ubicados en el área sudeste de la ciudad, el Volcán Laziale que se encuentra en las actua.... ZzZzZzZzZzZzZzZ
-Isabella ¿sabes este ejercicio? Es que no me sale. Dice ¿Cuál es la intensidad de la corriente que pasa por un dispositivo si lo atraviesan 1000C en 25 s?
-ZzZzZzZ
-¿Isabella?. Ups está dormida. 
Estaba medio dormida, pero no tengo las fuerzas de levantarme y estudiar los volcanes de Roma. Sólo quiero dormir. Pero no dormir cinco minutos y ya está. Quiero entrar en un sueño profunzo como un pozo que nunca se acaba y bajes y bajes y bajes y por más que bajes no se acaba, pues lo mismo. Ahora mismo oigo de abrir la puerta del armario y luego, después de unos segundos, se cierra. Oigo pasos que se dirigen hacia mí. Es él. Me está poniendo recta en la cama y me está quitando los zapatos. Con la manta que ha cogido del armario, me arropa. Él se tumba a mi lado, y con la otra media manta que me sobra se arropa. Siento un cosquilleo en mi tripa. Y siento que el corazón se me acelera y también siento algo suave recorriendo mi tripa. Es su brazo. Se va acurrucando en mi espalda hasta llegar a mi hombro. Siento como hormigas recorriendo mi oreja. Y es que su dulce voz me esta atravesando por mi tímpano con un Te Quiero.
-Deja que el silencio te susurre otra vez.-dije y me di la vuelta. 
Estamos tumbados, abrazados y mirada con mirada. Iba a decir algo, pero le puse mi dedo en la boca, acompañado de un shhhh... Él me agarró con más fuerza de la cintura. Y ahora ni me dio tiempo a contar los centímetros que estaba junto a su boca. Ahora solo estoy contando las estrellas del cielo, porque estoy en el cielo con ese beso que me está dando ahora mismo. Nos agarramos fuerte y no nos podemos soltar. Es como si quisiéramos que este beso dure para siempre. Abro los ojos y el los tiene cerrados y eso me hace ver que está disfrutando del momento. Él también los abre y nos seguimos besando, al mismo tiempo que nos miramos. Pasan unos minutos, y me deja de besar.
-Tus ojos me han transmitido tanto... Me quieres. 
-Em... No lo sé. Pero siento una cierta atracción por ti. Es como si me llamaras por dentro y tus labios me dijesen que te bese, con nuestro calor, con nuestra fuerza, con nuestra pasión.
Me siento en la cama y me pongo de espaldas hacia él. Se me pone casi todo el pelo en toda la cara. No soporto eso de mi pelo. Hay días en que adoro a mi pelo, pero otros... le tengo asco. Él se levanta, da la media vuelta a la cama y viene hacia mí. Yo sigo sentada y el se pone de rodillas ante mí y me aparta el pelo suavemente. Veo de que cierra los ojos y enefecto. Me iba a dar un beso. Sus besos son la cosa más  bonita que me han regalado en la vida. Sí. Él me acaba de dar hace unos minutos, mi primer beso y encima de esos largos que te dejan sin respiración. Y este ya es el segundo. Se pone en pie, me tumba y se pone encima de mí a la vez de este segundo beso. 
Este segundo beso es más apasionado que el primero. No pasa nada Isabella te han encantado. Y ahora sigue el consejo que te dio tu abuela. Cállate cerebro. Uy es verdad. Lo tengo que seguir. Déjate llevar... y no pienses. Sobre todo déjate llevar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Capítulo 14

A un centímetro de su boca... 
-Lo siento señoritos. ¿Han terminado de cenar?-dijo Arthur.
Vaya momento de interrumpir... Nunca tendré otra oportunidad como esta de besarle. O puedo que la tenga, pero ya será distinta. Y ya me he ilusionado y lo más seguro que estaré esperando ese beso con ansia. ¡NO! No puedo ilusionarme todavía. Tengo que ponerme una máscara para protegerme. Todavía me está mirando, y yo ya no se que decir. Estoy paralizada. Y sin embargo hay sigue Arthur esperando una respuesta. No se porque, pero me he cabreado un poco. 
-Yo por lo menos sí.-Cojo los cubiertos y los pongo encima del plato, junto con el vaso. 
-¿A dónde vas con los cubiertos?-Me dice Darío.
-Pues a llevarlos a la cocina. ¿A donde crees?
-Déjalo. De eso se ocupa Arthur.
-No. Mis padres siempre me enseñaron que debía ser siempre educada. Y recoger el plato y mis cubiertos y ahorrarle el trabajo a otra persona, es lo mínimo que puedo hacer.
-Eso que ha dicho la señorita, es cierto señorito Smith.-dijo Arthur.
-Impresionante.-Empieza ha aplaudir, se levanta de la silla y viene derecho hacia mí, que estoy parada como una pasmarota en la entrada de la cocina. Me coge del brazo y andamos hacia la cocina. Meto los platos en el fregadero y cojo el estropajo y el fairy y empiezo a fregar mis cubiertos.
-Pero... ¡Isabella! ¿Para qué están los mayordomos?
-No sé. Yo nunca he tenido de eso, ni joyas, ni animales, ni lujurias, ni esta casa. Ni siquiera he tenido, ni tengo la habitación que me habéis preparado vosotros. ¿Terciopelo? ¿Lino? Las cortinas de mi casa, son normales y corrientes. ¿Platos nuevos? No los había probado hasta ahora. Mi padre siempre hace los domingos gachas y los lunes pues lo que se pueda. No somos pobres. Pero tampoco ricos como vosotros.
Se quedó muy asombrado con lo que dije, tanto, que se arrodilló ante mí y me dijo:
-Por fin. Por fin he encontrado a la mujer perfecta para mí.
Me quise hacer la desentendida y le dije:
-Am ¿sí? ¿Quién es la afortunada?
-Una mujer especial para mí. Una mujer por la que siento algo desde hace dos días. Si muy poco tiempo. Pero yo creo en el amor a primera vista y ¿tú? 
-Yo también.-dije. Se acerca y me coge de la cintura y me apoya contra el frigorífico.
-Es que me ha enamorado por completo. Su pelo, su mirada, su belleza, y por supuesto lo que he descubierto de ella. No le importa el dinero que yo tenga. Ella es como es y punto. Pero me falta una parte que no conozco de ella...
-¿Cuál?
-Su corazón. Sus sentimientos hacia mí. Y lo quiero averiguar ahora mismo. Estaros quieta un segundo.
Ainss el beso por fin. Me muero por descubrir como saben esos labios. Se nota que es un chico bastante educado y que viene de una familia así. Mi corazón ya empieza a latir con fuerza, como si quisiera salir de mi pecho y entrar en el suyo. Estamos a la misma distancia que antes. 
-¡Haber! ¿Qué hacéis todavía aquí? A estudiar ahora mismo que para eso están los mayordomos.
¡¡ARGGGGGGGG!! Otra vez interrumpiendo. La quería haber contestado, pero por el bien de todos me callé y me subí corriendo a mi habitación. Cerré la puerta con una poca de rabia. Me tumbé en la cama con el libro de Historia.  Pufff menudo tema de los romanos y griegos y no sé qué... De tan solo pensarlo me aburro. De pronto tocan a la puerta de la habitación, de una forma suave. 
-¿Se puede?-dijo Darío.
-Si.
-Vengo a estudiar contigo. Me es más fácil aprenderme algo, con compañía.
-Vale. jeje
-¿Te pasa algo?
-No nada...
-Cuenta...







jueves, 1 de diciembre de 2011

Capítulo 13

Pasa y me tapo mi pecho con el corset. Él solo tiene que atármelo. Pasan dos minutos silenciosos, tan silenciosos como las nubes en un cielo azulado, bonito y alegre. 
-Ya está. 
-Gracias.
-Bueno te espero afuera.
-¡Espera! Em... ¿Cómo se pone el vestido? :$ Es que los vestidos estos tan lujosos no me los sé poner y no quiero romperlo...
-Te ayudaré.
Pasan tan solo unos segundos y ya ha terminado.
-Gracias por ayudarme.
-Estás preciosa Isabella. 
-Gracias. Bueno bajemos.
Bajamos al salón principal. Era maravilloso. Era una casa que siempre había deseado cuando era chiquitita. Quería ser princesa, aunque sólo fuese por unos minutos. Era un salón realmente magníficamente grande. Era de color lila claro con un rojo no demasiado fuerte. Las cortinas eran de lino, de un morado llamativo. En medio de toda la sala había una gran mesa de madera oscura, con un mantel rojo bordado. En medio de la mesa había un florero con unas rosas rojas y lirios de color lila con amarillo. Alrededor de la mesa, había unas sillas también de madera, con un cojín realmente blandísimo y cómodo de color rojo. Llegaron Shopie y Anthony y se sentaron. Yo me iba a sentar cuando de repente vino Darío, cogía mi silla y me dijo:
-Señorita, puede sentarse.
-Oh gracias Darío.
No pensaba que el fuera así. Es como un príncipe. El príncipe azul que siempre he deseado para mi cuento. Un cuento que todavía no ha empezado. Un cuento en el que todavía está en blanco y negro y solo existe soledad. Pero él, lo va pintando poco a poco de colores. Darío se sienta a mi lado. No sé que me pasa, pero desde que todos nos sentamos en la mesa a cenar, estamos nada mas, que cruzándonos miradas. Los padres empiezan a sacar conversación.
-Bueno Bella. ¿A qué curso vas?- dijo Anthony.
Retiré las manos de la mesa, ya que no me apetecía comer más, aunque la comida estaba riquísima. Pongo una mano en el asiento de la silla y respondo:
-A 4º de la E.S.O. señor.
-¡Anda! ¿Vos vais con mi hijo a la misma clase?-siguió preguntando.
De pronto, noto algo suave que me va recorriendo la mano, como un gusano de seda, incluso más suave. Cuando miro al asiento, era la mano de Darío. Me está cogiendo de la mano. Le miro a la cara y tiene una sonrisa de oreja a oreja y unos ojos tan brillantes como la luna en medio de la noche oscura y fría. 
-¡Bella! ¡Mi marido te ha hecho una pregunta!-dijo Shopie.
Pero yo en ese momento no escuchaba nada. Sólo escuchaba los gritos que me daba el Darío de su interior. Gritaba que le besara. Sus ojos... ¡Puedo leerlos! 
-Vámonos Shopie. Dejémoslos a solas. -Susurró. 
Estábamos los dos en el salón, mirándonos los dos a los ojos. Estaba nerviosa. Pero ya no. "Déjate llevar por el momento". Ese es un consejo que me dio mi abuela en su momento. Unas de sus últimas palabras que me dijo. Abuela te haré caso. Bella déjate llevar... déjate llevar... déjate llevar.... Increíble. Estoy relajada y además como si no tuviera fuerzas y me tuvieran que ayudar a recobrarlas. Darío sigue contento, con una sonrisa que me encanta, y que es mi perdición a la locura de robarle un beso. Se va acercando lentamente. Ya estamos a dos centímetros de nuestra boca. Casi rozando sus labios. Siento su respiración, cerca de la mía y como se juntan las dos. A un centímetro de su boca...



martes, 22 de noviembre de 2011

Capítulo 12

Corro detrás de Darío. Cojo el libro y me tumbo en la cama a estudiar. Cuando alzo la mirada del libro...... ¡¡NO ME LO CREO!! ¡ES LA HABITACIÓN DE MIS SUEÑOS! Con cortinas suaves de terciopelo, la cama con una especies de cortinas. Bueno digamos que se parecían a unas mosquiteras, pero mucho más elegante y con otra tela. De color fucsia y el edredón rosa. Me gusta más el azul. Tanto rosa me raya la cabeza pero mola.
-¡Pero Damisella! jajajaja Maniática a los estudios. jajaja déjalo un momento y ayúdame a poner tu ropa a tu gusto.
-Que me quedo una semana, no un año.
-Ya, pero tendrás que tener las cosas colocadas ¿no?
-Bueno va.
Sacamos toda la ropa de la maleta y la ponemos encima de la cama. Él coge unos pantalones y una camisa para ponerla en la percha y de repente le cojo el brazo.
-¡No!
-¿No que?
-Que no me pondré esa ropa.
-¿Por qué Isabella?
-Porque me siento rara ir "informal" delante de una familia decente.
-Anda tonta. Ponte esta ropa que estas monísima.
-Que no.... Me voy de compras.
-Ahh no ¿por qué? Mientras te pones los vestidos de mi hermana.
-¿Tienes una hermana?
-mm..........
No sé porqué pero Darío empezó a llorar, se sentó en la cama y se hechó las manos a la cabeza. Creo que ya he metido la pata.... 
-¿Darío?¿Qué te pasa? Confía en mí que si es algo grave a lo mejor te puedo ayudar y además se guardar un secreto.
-Mi hermana.... Tenía 15 años casi como tú. Pero un día......
No terminó la frase, pero me temía que la hermana ya no estaba con nosotros.... Ya veo que no soy la única que no tiene problemas, ni tristezas, ni dolor en este mundo. Pobrecillo. Eso de perder a un hermano debe de ser realmente duro, aunque carezco de ese sentimiento, ya que no tengo hermanos. Me acerqué, me senté en la cama, y le dí un fuerte abrazo. Lo necesitaba. Estaba bastante triste. De repente tocó alguien a la puerta.
-Chicos. ¿Estáis ahí? Es la hora de la cena.- Por la voz supuse que era Anthony.
-Toma. Este vestido es el que me gusta más para ti. Además está sin estrenas. No se le puso.-Me dijo con una sonrisa en medio de una lágrima.
-¡Qué bonito! Cuando era pequeña deseaba ser una princesa ¿sabes? Soñaba con ponerme estos preciosos vestidos.
-Pues un sueño se te hará realidad. ¿Sabes que si tienes fe en tus sueños, se pueden llegar a cumplir? Métete al baño y pontelo.
Me metí al baño y me lo puse. Pero no sabía como se ponía el corset. 
-¡¡Daríoo!! ¿Cómo se pone el corset?
-¿No sabes ponertelo? Pufff es muy difícil. ¿Te lo pongo yo?
-Em vale. Pasa. Aunque... Me da mucha vergüenza........
-Si quieres no paso. Pero te lo pondrás mal. Además conmigo que se te quite la vergüenza. 





jueves, 17 de noviembre de 2011

Capítulo 11

-Mamáááááá.....-le dijo Darío y a la vez le hechó una mirada bastante estremecedora.
-No nada señora... Yo.... Esto............ Ya me iba. 
Salgo de la casa con la maleta y voy llegando a las verjas.
-¡¡ISABELLAAAAA!!- Gritó Darío al mismo tiempo que salía corriendo detrás de mí.
No hacía caso de él. Por la mejilla me corría una lágrima. ¿Por qué lloro? Pufff me ha salido sola. 
Darío consigue alcanzarme y ponerse delante de mí.
-No te vallas. ¿Por qué as salido de la casa? ¡Sabes que no puedes estar sola en tu casa! Entra por favor.
-No. No voy a entrar.
-¿Por qué? 
-Porque en tu casa no soy bien recibida. Porque mira a tu madre como se ha puesto conmigo, como me miraba y como TODO.
-Pero es por la primera impresión que le causa a ella la gente. Luego es muy simpática. Entra anda.
Me coge del brazo, y también coge mi maleta y entramos. Otra vez esa mirada. Pufff lo que tengo que aguantar esta semana.... 
-¿Incómoda?-dice Darío.
-¿Cómo........?
-Tu preciosa mirada.
-La verdad es que sí. Tienes una preciosísima mirada. Damisella.-dijo el señor Anthony.
-Gracias a los dos. Jajaja 
-Esta es Shopie.-dijo el señor Anthony.
-Hola señora. Su nombre me encanta.
-Mmmm... Hola.
Entonces Shopie coge del brazo a Anthony y se le lleva a una habitación. Y dijo: "tenemos que hablar". Me da mala impresión. Creo que estorbo.......
-Bueno señoritos. ¿Quieren algo de beber?-dijo Arthur.
-¿Quieres algo?-Me preguntó Darío.
-Emm sí. Si pudiese ser una Coca-Cola por favor.
-Te lo traeré yo-dijo Darío.
-Pero señor... es mi trabajo...
-No se preocupe. Usted valla a arreglar la habitación de huéspedes para la señorita.
-Ok señorito Smith.
Darío va a la cocina saliendo de la entradita, y el mayordomo sube las escaleras en forma de espiral. Me quedo sola y solo oigo murmullos detrás de esa puerta. Sé que no está bien pero..... Me acerqué un momento y puse mi oreja pegada a la puerta.
-Será solo una semana cariño. Además la señorita es muy maja. Me ha caido bien. 
-No me gusta esa niñata.
-Tenla respeto. Si quieres que te respeten, respeta tu también. A nuestro hijo no le ha gustado lo que ibas a decirle. Creo que Darío es hora de que haga ya su vida. Déjale que busque ya una chica en condiciones. Las únicas dos chicas que trajo hace ya mucho tiempo, las espantastes...... y a él no le gustó. Me contaba todo.
-Las espanté porque la primera era una prostituta. Que me lo dijeron mis amigas. Y la segunda le quería por el dinero. Y creo que esta también va a por lo que va.
-Pues yo creo que no. ¿No has visto la cara que se le ha quedado cuando ha llegado a esta casa? No se pensaba que era rico. ¿O no lo has visto? Esta chica tiene algo de especial. Algo que le puede dar a Darío. No la espantes, que él ya es mayorcito para saber con quién quiere vivir la vida.
Oh dios mío. Soy la tercera. La tercera que viene aquí. Dicen que a la tercera va la vencida. Se oyen pasos. Es Darío. Despego la oreja de la puerta y me siento en ese sofá tan alto, de color azulado. 
-Aquí tiene usted señorita. Su Coca-Cola.-dijo.
-Gracias.
-No las des.
-Ainss............
-¿Qué pasa?
-¡Me acabo de acordar, de que mañana tengo un examen de Historia!
-Señoritaa....
-Isabella Darcy Arthur.
-Vale. Señorita Darcy ya tiene usted su habitación preparada.
-Gracias Arthur.
-Subamos y estudiemos. Yo también tengo examen de Física & Química.


Shopie. Madre de Darío.
¿Por qué le caeré mal?